Natalia Espinosa

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Sororidad. Un neologismo incorporado a nuestro vocabulario, desde hace poco, pero que hoy resuena fuerte en el mundo del deporte y, sobre todo, en las mujeres. Una palabra que genera una solidaridad muy fuerte en la lucha por el empoderamiento femenino.

El patriarcado instauró la cultura del individualismo. Sin embargo, las mujeres comenzamos a trabajar unidas y por un propósito común.

Y Natalia Espinosa, ex deportista multicampeona con Boca y representante de JUAVA (Jugadores Asociados del Voleibol Argentino) lo sabe bien. Algo la incomodaba. Lo que estaba naturalizado, de golpe, dejaba de serlo. El fútbol femenino iba camino a la semiprofesionalización y, lejos de sentir recelo o verlo como injusticia, tomó esa realidad como propia y la llevo a impulsar la profesionalización del vóley femenino en nuestro país.

Comenzó a viralizar los comunicados oficiales de las jugadoras. Pidió por mejoras de las condiciones del deporte, remarcó las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en relación a las brechas salariales: “El 92% de las jugadoras no cobran el salario mínimo vital y móvil”, reconoció. A su vez, agregó que “cerca del 35% no cobra viáticos”. Hay una carencia de cobertura médica, televisación de las competencias y difusión de información en relación al deporte según un relevamiento que hicieron, a partir del proyecto de Espinosa. Llama la atención, siendo un deporte que se practica en escuelas y que convoca gente y en el que, además, lo practican 20 mil mujeres en nuestro país (el doble que los hombres).

Otro de los aspectos importantes tiene que ver con la paridad de género en los lugares de toma de decisiones. En la dirigencia del vóley, prácticamente, no hay mujeres. Los presupuestos son muy diferentes respecto a los de los hombres. Y esta falta de presupuesto se traslada a la realización de torneos cuadrangulares que implica disputar 4 partidos en tan sólo 3 días, lo que genera un cansancio absoluto en las deportistas.

Este año oficializaron la formación del primer colectivo de mujeres jugadoras de vóley en Argentina llamada «Colectivo doble cambio». Un espacio que busca entablar el diálogo, avanzar en pos de sus derechos en el deporte. Reparar un desequilibrio histórico.

El cambio empezó a gestarse. Le tocó al fútbol femenino. Hoy le toca al vóley. Y, quizá, este efecto contagio lleve a más mujeres deportistas a pelear por sus derechos

Sororidad. Volvemos a este término. Eso es lo que impulsa toda esta transformación que se está viviendo. No somos idénticas, pero en donde veamos situaciones de discriminación y desigualdad, eso nos une en una lucha para cambiar las relaciones de poder y crear conciencia colectiva.

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