Hay historias que comienzan con una pelota. Que merecen ser replicadas. Y si a eso le sumamos un trabajo social, una referente social que inspira, alguien que utiliza ese instrumento para terminar con la violencia en las villas, para sacar a los niños, niñas y adolescentes de las calles y tienen un espacio seguro donde puedan jugar, acá es donde decimos que el deporte puede echar raíces.
Hoy en espacio FAMUD miramos al fútbol como una herramienta de poder para la prevención de la violencia a través de la inclusión social. Vamos a contarte una historia que verdaderamente inspira.
Esta historia corresponde a Jéssica Medina, fundadora del club Sportivo La Cava. Un club que está dentro de su propio hogar. Jessica creció detrás de un arco dentro de la villa La Cava. Vivió de cerca el perder amigos a causa de las «famosas balas pérdidas» y el encontrarse en cada esquina con pibes sumidos en la droga y la delincuencia. Todo eso la llevó a la necesidad de transformar esa realidad.
Practicó fútbol femenino. Se juntaba con sus amigos a jugar a la pelota por las noches hasta que sintió la necesidad de empezar a formar categorías de juveniles. Y para llevar adelante ese proyecto contó con el sostén de su padre, quién es el actual presidente del club. Y así empezaron a organizar torneos, a separar categorías de juveniles y que cuenten con un espacio recreativo.
Jessica quería que usarán ese espacio como descarga, sin ejercerles presión, sin exigirles cómo jugar porque entendía que la presión ya pasaba por la situación de vulnerabilidad y de violencia al que, día a día, son sometidos. Acá necesitaba que se sientan felices.
Hoy ese espacio alberga cientos de sueños que no sólo aprenden la práctica de un deporte y a sociabilizar, sino que mantienen su tiempo ocupado en diferentes talleres. Contiene a las madres que sufren violencia de género, brindan charlas de alimentación e incluyen también a chicos con dislexia y retraso madurativo.
Jéssica, más allá de acompañarlos emocionalmente, también los acompaña en su proceso escolar. Por eso no les exige el pago de una cuota. Solo les pide que presenten un certificado de alumno regular. Porque la educación viene acompañada fuertemente de la práctica de cualquier deporte. Y con ésto logró que “pibes” que habían dejado el secundario, lo puedan retomar.
Y cuando hablamos del trabajo educativo también remarcamos las charlas sobre educación sexual que Jéssica, junto a su equipo interdisciplinario, brinda a las adolescentes.
Su compromiso no es sólo con un grupo. Es con la sociedad misma. Desde FAMUD queremos que el trabajo de Jéssica Medina se replique en muchas otras villas.
Nelson Mandela decía que el deporte puede crear esperanza donde alguna vez hubo solo desesperanza. Y personas como Jéssica devuelven esa esperanza y ayudan a otros a cambiar ese mundo hostil y que construyan sus sueños. A que crean que un futuro mejor puede comenzar con una pelota.
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