Los Juegos Olímpicos de París 2024 marcan un hito en la historia del deporte al lograr por primera vez la paridad de género entre los atletas participantes. Con 10.500 deportistas inscritos, el 50% son hombres y el otro 50% son mujeres. Sin embargo, en la delegación argentina, 1 de cada 4 es una mujer.
La inclusión femenina en los Juegos Olímpicos ha evolucionado considerablemente desde su primera participación en los Juegos de París 1900, donde solo el 2.2% de los atletas eran mujeres. Aquella edición contó con 22 mujeres compitiendo en disciplinas como tenis, vela, croquet, hípica y golf, entre un total de 997 atletas. Esta modesta representación inicial contrasta fuertemente con los logros actuales de paridad.
Uno de los momentos clave en la historia de la participación femenina ocurrió en los Juegos de Londres 2012, conocidos como los “Juegos de las Mujeres”. Por primera vez, todas las delegaciones incluyeron atletas femeninas, alcanzando un 44% del total de participantes. En Tokio 2020, un nuevo avance se dio con la normativa que permitió que una mujer y un hombre fueran abanderados en la Ceremonia de Inauguración, lo que llevó a que el 91% de los países tuvieran una mujer como abanderada.
La delegación de Estados Unidos en los Juegos de París 2024 cuenta con el mayor número de atletas femeninas, con 338 mujeres representando el 53% de su equipo. Francia, Australia, China y Alemania también presentan cifras destacadas de participación femenina. Sin embargo, aún existen seis delegaciones olímpicas sin ninguna atleta mujer: Belice, Guinea-Bisáu, Iraq, Liechtenstein, Nauru y Somalia. Esta disparidad refleja que, aunque se ha avanzado significativamente, aún hay áreas que necesitan mejora.
En Argentina, la situación es preocupante. De los 136 deportistas que conforman la delegación argentina en París 2024, solo 33 son mujeres, lo que representa apenas el 24% del total. Esta cifra es la más baja desde los Juegos de Barcelona 1992, cuando la participación femenina fue del 16%.
Las mujeres enfrentan mayores desafíos en cuanto a desigualdad salarial, oportunidades de desarrollo de carrera, y exposición a violencia y acoso. Además, muchas deben equilibrar sus carreras deportivas con las demandas de cuidado, lo que afecta sus oportunidades de crecimiento profesional. A nivel histórico, la mejor participación femenina argentina ocurrió en Beijing 2008, con un 42% de mujeres en su delegación, similar al promedio internacional de ese año.
Un aspecto crucial que ha afectado la participación de las mujeres en el deporte es la desfinanciación del Estado nacional. Las políticas de ajuste y recorte en el presupuesto destinado han tenido un impacto negativo, siendo las mujeres las más perjudicadas. La falta de infraestructura adecuada, el escaso apoyo financiero y la reducción de programas de desarrollo deportivo han exacerbado las desigualdades de género.
Además, la escasa representación de las mujeres en los medios de comunicación afecta sus posibilidades de conseguir patrocinadores y desarrollarse profesionalmente. No obstante, hay optimismo respecto a que los Juegos Olímpicos de París 2024 puedan marcar un precedente positivo y convertirse en un ejemplo para impulsar medidas que favorezcan la participación y visibilización de las mujeres en el deporte a futuro.
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