Detrás de todo deporte hay luchas feministas que vienen a cambiar la historia. Mujeres que rompen con estereotipos, que no se dan por vencidas, que luchan por mejorar sus condiciones, que se desafían, que demuestran que, realmente, sí se puede. Mujeres todo terreno.
Y esta es la historia de Dalila Hidalgo, una deportista que superó obstáculos, no sólo en las pistas y en los caminos empinados, sino en su vida personal y profesional también.
Nos metimos en el mundo del deporte sobre ruedas y allá fuimos, a romper tradiciones familiares y demostrando, como lo hizo Dalila, que la mujer también puede correr arriba de una moto. Firme. Decidida. Empoderándose en un deporte no convencional. Transmitiendo el mensaje que, como a muchas mujeres, le pueden gustar las motos y eso no las hace menos femeninas. Y acá está justamente lo singular del relato.
Dalila es referente y pionera del motocross femenino en nuestro país. Y es, además, una deportista comprometida con el crecimiento de la mujer en este deporte. Su sueño arrancó a los 15 años. Ella no quería fiesta. Quería una moto. Esa misma que, 3 años después, la llevó a participar de su primera competencia. Fue la única representante Argentina en su debut en Estados Unidos. Un sueño que anhelaba cumplir. Y que, finalmente, lo pudo hacer.
Su formación deportiva fue también en Chile, México, Ecuador y Portugal. Fue 4 veces campeona argentina de Motocross. Reconocida en la provincia de Mendoza por sus logros deportivos como corredora de Enduro y de Motocross. Pero nada le fue fácil. Superó las barreras de la discriminación, exclusión, de entrenar el doble para equiparar la contextura física y la fuerza de los corredores hombres. La barrera de los prejuicios y la falta de sponsors. Pero nada la detuvo.
Hoy Dalila da cursos y dicta charlas para generar ese espacio de contención que le faltó a ella. Elige el deporte desde el corazón. Le transmite a esas mujeres que primero se sueña y después se lucha. Siente orgullo cuando escucha decir: “Gracias a vos sigo entrenando o corriendo». Y eso es lo que tiene este deporte motor. Crea lazos y trabajo en conjunto entre las corredoras.
Dalila cree en las supersticiones. Porque el casco en el piso no se apoya nunca. De todas formas esta mujer no necesita de la suerte porque siempre supo lo que quería y cómo podía lograrlo. Correr al machismo que aún queda en las pistas de la Argentina. Estamos en esa recta en el circuito de la igualdad. Ya nada puede desviarse.
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