Hay mujeres que lideran un proyecto desde sus sueños. Esos que se vieron frustrados desde niñas por los prejuicios sociales y culturales. Mujeres que lideran un proyecto que genere oportunidades y que alcance la igualdad de derechos en una disciplina como lo es el fútbol femenino.
Por eso en nuestro espacio FAMUD de la sección “Mujeres liderando» nivelamos la cancha con Guillermina Lazzari, ex jugadora, Coach, Licenciada en Alto Rendimiento Deportivo y militante de los derechos deportivos de las mujeres.
El fútbol femenino se transformó en ese espacio donde el reclamo por la equidad de género alzo su voz. Una herramienta poderosa de inclusión social, una conquista que se va abriendo paso a paso y, hasta hace poco, parecía inalcanzable para muchas (incluyendo a Guillermina misma), pero que hoy va quedando atrás.
A Guillermina el bullying sufrido desde niña la llevo abandonar el deporte desde el juego, pero no desde su militancia por mejores condiciones para las deportistas de nuestro país.
Hizo referencia al interés y el enorme crecimiento que generó la disciplina a partir de la Copa Mundial de Fútbol Femenino jugado en Francia y de la creación de la Liga Profesional de Fútbol Femenino.
Hay hechos que marcan este crecimiento exponencial como la de la gran cantidad de jugadoras fichadas, aumento de las categorías femeninas en las ligas del interior, selecciones como la de Holanda, Dinamarca, Brasil y Nueva Zelanda que hoy lograron la paridad salarial y que la CONMEBOL exija que los clubes que compiten en competencias internacionales tengan, también, equipos femeninos.
Así como existe este crecimiento hay números a los que, aún, le damos la espalda. Y si bien las barreras empiezan a tener que ver menos con prejuicios sociales, tienen que ver más con una decisión de no destinar fondos porque el problema parece estar puesto en la falta de recursos y en las brechas de género, tanto en términos salariales como en el patrocinio de marcas deportivas. Lo cierto es que, mientras más popular es un deporte y más dinero mueva, más desigualdades hay.
Para eliminar la brecha de género necesitamos 108 años. Y esto se traslada a jugadoras que, como Guillermina, abandonan el deporte antes de los 25 años, jugadoras que no reciben un salario a pesar que el fútbol genera millones y millones al año, menos patrocinadores, peores condiciones de contrato y escasa presencia, aún, en los medios de comunicación.
Para cambiar esta realidad también se necesita que el deporte responda a una cuestión educativa. Que haya integración y un compromiso que persiga la igualdad de recursos económicos para que las mujeres o niñas que quieran practicarlo puedan hacerlo libremente, que se sustente en el aprendizaje desde las escuelas primarias, secundarias y universidades, que lo practiquen en parques o en clubes al igual que los varones, que haya becas deportivas, que se impida el rechazo de una inscripción por su condición de genero a niñas que desean jugar en un equipo mixto, más instalaciones y, sobre todo, conseguir una participación real de las mujeres en los espacios de poder, ya sea como entrenadoras, dirigentas o árbitras. Ser las verdaderas protagonistas.
Hoy no estamos aceptando las cosas que no podemos cambiar. Estamos cambiando las cosas que no podemos aceptar. Y hacia allá vamos.
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